Verdaderamente, tu porta una espada de doble filo en tu boca.
Por lo tanto destruye a los que te escuchan como a ti mismo.
De la abundancia del corazón habla la boca, por eso lo que sale de ti, viene de tu corazón. La palabra dice guarda tu corazón porque de él fluyen los asuntos de la vida. Entonces no pueden salir de nuestras bocas palabras que sanan, restauran e instan cuando nuestros corazones están envenenados. El que tiene un corazón dañado, y herido de su boca salen palabras que dañan, destruyen, y marcan a las personas. Hay casos donde témenos que simplemente ponernos frenos en nuestras bocas. Porque no todo lo que pensamos debemos decirlo. Debemos reservarnos opiniones que no edifican la moral de las personas. Comentarios como: estás muy gorda, flaca, o tu pelo no se ve muy bien. Usted nunca sabe el trauma sicológico que tengan las demás personas. El mundo está lleno de personas heridas, marcadas por traumas, ofensas y abuso no superados.
Y cualquier palabra puede ser un detonante que desatara un conflicto sentimental de medidas desproporcionadas. No somos perfectos, pero como cristianos debemos pedirle a Dios que santifique nuestras bocas porque la lengua es un mundo de maldad, e iniquidad. Y con ella Podemos causar tanto daño, y a usted debe importarle lo sale de su boca si en verdad usted quiere exaltar el nombre de Cristo. Pero si no es así, usted hablara todo lo que su mente le diga sin medir consecuencias. Recuerde que porque cada palabra que decimos seremos juzgado. Pare, piense antes de hablar. Regla de oro para hablar. Antes de decir algo piense si esto edificara, o destruirá, si ofende o si exhortá. Hagamos nuestras está la oración del salmista David.
Salmos 19:14 Sean gratos los dichos de mi boca y la meditación de mi corazón delante de ti, Oh Jehová, roca mía, y redentor mío. P. Judy Jaramillo
Por lo tanto destruye a los que te escuchan como a ti mismo.
De la abundancia del corazón habla la boca, por eso lo que sale de ti, viene de tu corazón. La palabra dice guarda tu corazón porque de él fluyen los asuntos de la vida. Entonces no pueden salir de nuestras bocas palabras que sanan, restauran e instan cuando nuestros corazones están envenenados. El que tiene un corazón dañado, y herido de su boca salen palabras que dañan, destruyen, y marcan a las personas. Hay casos donde témenos que simplemente ponernos frenos en nuestras bocas. Porque no todo lo que pensamos debemos decirlo. Debemos reservarnos opiniones que no edifican la moral de las personas. Comentarios como: estás muy gorda, flaca, o tu pelo no se ve muy bien. Usted nunca sabe el trauma sicológico que tengan las demás personas. El mundo está lleno de personas heridas, marcadas por traumas, ofensas y abuso no superados.
Y cualquier palabra puede ser un detonante que desatara un conflicto sentimental de medidas desproporcionadas. No somos perfectos, pero como cristianos debemos pedirle a Dios que santifique nuestras bocas porque la lengua es un mundo de maldad, e iniquidad. Y con ella Podemos causar tanto daño, y a usted debe importarle lo sale de su boca si en verdad usted quiere exaltar el nombre de Cristo. Pero si no es así, usted hablara todo lo que su mente le diga sin medir consecuencias. Recuerde que porque cada palabra que decimos seremos juzgado. Pare, piense antes de hablar. Regla de oro para hablar. Antes de decir algo piense si esto edificara, o destruirá, si ofende o si exhortá. Hagamos nuestras está la oración del salmista David.
Salmos 19:14 Sean gratos los dichos de mi boca y la meditación de mi corazón delante de ti, Oh Jehová, roca mía, y redentor mío. P. Judy Jaramillo